La extravagancia, el sensacionalismo, la opulencia y la originalidad que dieron identidad y poderío al imaginario visual del barroco regresan puestas al día para el tercer milenio en el arte contemporáneo más rabioso. Reinterpreta y actualiza los temas y la iconografía de la cultura del seicento. Han sido seleccionados 28 artistas, grandes nombres del star system del arte actual, y algunas de las obras más mediáticas y controvertidas de los últimos años para una sorprendente muestra. Titulada ‘Barock: Arte, ciencia, fe y tecnología en la edad contemporánea’, se celebra en el Museo d'Arte Contemporanea Donna Regina (MADRE), en Nápoles.El estilo, protagonista el otoño expositivo en media Europa, recibe aquí una atención novedosa. Y vuelve a probar que el barroco interesa. Una de las muestras de la temporada en Londres es ‘Lo sagrado hecho real’, que ha conquistado a las audiencias con sus dramáticas tallas de arte sacro español del siglo XVII. Acaso sea porque, como se comprueba en la cita de la National Gallery, un insospechado puente artístico conecta la escultura barroca y el hiperrealismo más rompedor.
Las decisiones que los organizadores ha tomado para la exhibición ‘Barock…’ se antojan idóneas. Una de las etapas obligadas del grand tour, el viaje iniciático por el sur de Europa de los aristócratas, era la Cartuja de San Martino en Nápoles. El enclave, símbolo del triunfo del barroco, era célebre por su cementerio decorado con las reproducciones de las calaveras de los monjes, elemento característico de los gustos fastuosos, decadentes, experimentales y morbosos de aquella época. Más de tres siglos después la joven italiana Giulia Piscitelli, en una acción relámpago -sin permisos ni sofisticados aparatos- las ha fotografiado para la exposición tocadas con cascos de obrero de la construcción.
Empezando por el tiburón tigre más caro de la historia, de Damien Hirst sumergió, el recorrido tiende un puente entre el siglo XVII y la actualidad, marcado por las pelucas de Sislej Xhafa, el fantasma de la religión de Shirin Neshat, y los ralladores gigantes que Mona Hatoum.
El encanto perverso y barroco de la provocación se plasma en la hiperrealista 'Mujer crucificada' (en la foto) de Maurizio Cattelan, célebre por su polémica escultura del papa Juan Pablo II derribado por un meteorito. El juego entre realidad y ficción, la sublimación de la decadencia y la muerte, las contradicciones del progreso, las ambigüedades visuales, análogas a las que caracterizaron la edad barroca, se materializan en obras de Jake & Dinos Chapman, de Anish Kapoor, de Jeff Koons, de Gilbert & George, de Jeff Wall y de Antonio Biasucci.
La muestra coincide muy apropiadamente con la gran manifestación ‘Retorno al Barroco. De Caravaggio a Vanvitelli’, compendio de las obras maestras de este periodo, que se celebra en los seis principales museos de la ciudad. El proyecto reúne más de 500 piezas procedentes de colecciones públicas y privadas italianas y extranjeras, empezando por las sombrías pinturas de Caravaggio, cuya llegada a Nápoles en 1606 marcó el inicio de la época barroca.
(Fuente: Diario ‘El País’)

Claude Monet - "Nenúfares"



Lo genial, lo auténticamente genial de esas pinturas, es la modernidad que rezuman: el aprovechamiento de las condiciones espaciales, el minimalismo de sus trazos, la sobriedad del color: pintaban con colores y no con colorines tan de modo hoy en día. Pero hay más: da igual por qué y para qué fueron pintados; si como acciones mágicas para la consecución de la caza -lo que hoy son los happenings y las perfomances-, si como elementos decorativos de las cueva -que es para lo que se quiere el arte aquí y ahora-, o como pinturas con carácter religioso y místico –una de las funciones que hoy cumplen los museos. Genios, fueron auténticos genios, los que pintaron todo eso.
El colorante de ocre se reserva para el interior, aplicado directamente con la mano o con aerógrafos de hueso, expresando la anatomía del animal (en el que se ha destacado el aspecto humanoide de la cara del animal); y destacando algunos detalles peculiares al administrar las distintas tonalidades, después algunas zonas se modelan a través del raspado, el lavado y la frotación de los colores. Hay que hacer notar que los colores se conseguieron a partir del carbón vegetal, arcillas y tierras naturales (óxidos de hierro y manganeso), disueltos en agua.
El pintor se iluminó con lámparas de tuétano, que dan una luz intensa y limpia y no ennegrecen las paredes. La humedad natural de la cueva fijó y mantuvo la frescura de los colores durante milenios, justo hasta que llegaron los turistas y hubo que crear una réplica, que se visita como si fuese la original, la cuál sólo la pueden ver especialistas, reyes y políticos más o menos importantes.
Ràfols-Casamada era miembro del Patronato de la Fundación Pilar y Joan Miró de Barcelona (1980), Premio Nacional de Artes Plásticas (1980), Creu de Sant Jordi (1983) Medalla de Oro del Ayuntamiento de Barcelona (2008) y Officier de l?Ordre des Arts et des Lettres de la República francesa (1991).







Es la primera vez que sale una selección de artistas de 

Un aspecto de la muestra.

