jueves, 25 de febrero de 2010

ART MADRID 2010

La primera impresión que se lleva el espectador al llegar al Pabellón de Cristal de la Casa de Campo de Madrid donde se celebraba la V Feria de Arte Contemporáneo ArtMadrid 2010 es la de haberse confundido. Cuando este cronista de Looking for Ars Mundi estuvo allí, el viernes 19 de febrero al mediodía, la soledad del lugar podía hacer creer que no había nada y que la feria se celebraba en otro lugar. Pero no, era allí donde estaba ArtMadrid, justo en el mismo espacio en el que antes de celebraba Arco y en el que aquello rebosaba de público; y la pregunta es inevitable: ¿por qué ante propuestas artísticas similares unos eventos triunfan de una manera desaforada y otros pasan ante la indiferencia del público? Pero aquí no estamos para responder a esa pregunta y sí para contar lo que había en ArtMadrid.
Lo bueno de esta feria, en la que han participado 65 galerías de arte, es que, con más o menos matices, de una ojeada se puede ver la situación del arte contemporáneo en España, y en parte, sólo en parte (y habrá que esperar que esto se solucione a mejor), de Portugal y Latinoamérica. En este sentido hay que decir que uno de los descubrimientos más interesantes de este año en las ferias de arte que se han celebrado en Madrid entre el 17 y el 21 de febrero ha sido la potencia del arte portugués; como ha quedado acreditado tanto con las galerías (Cordeiros, de Oporto, sería un ejemplo paradigmático) como por los diversos artistas presentes (Joao Raul, Noé Sendás…).
La feria tenía tres propuestas: el programa de las galerías, Young Art y Bicentenarios Latinoamericanos. En cuanto a la primera se mezclaban tanto obras antiguas (algunas estaban firmadas en el año 72 como la estupenda ‘Montreal’ de Luis Feito) como trabajos más nuevos; y convivían artistas consagrados (Clemente, Lootz, Valdés, Plensa, Equipo Crónica, Tàpies, Miró, Lucio Muñoz, Bonifacio, Luis Gordillo, Ciria, Sicilia, Genovés o Uslé); junto con otros muy asentados (Carlos Pazos, Esther Ferrer, Pedro Txillida, Javier Alkain, Haro…) y figuras emergentes.
En estos espacios hay que destacar el trabajo de Outtara Watts en Cordeiros, así como el Broto que había en esa galeria portuguesa; la obra de Pedro Txillida también resaltaba en la galería mallorquina Gabriel Vanrell. Por su parte los alcudienses de la galería Joan Melía tenían a Ñaco Fabre, con un conjunto de piezas de resultaron de lo más interesante en el conjunto de la feria, y a Javier Alkain con una obra puntillista y meticulosa. Tampoco hay que dejar de mencionar el estupendo Canogar (Rafael) que se exhibía en La Aurora, de Murcia. También hay que mencionar el sutil trabajo de Amaya Bozal que colgaba en Juan Gris/Rayuela; y las obras, de 2005, de Cristina Moroño.
Poderosas también resultaron las obras de Feting, con su estupendo “Bosque y lago”, una pieza de 1989 que se podía ver en la galería valenciana Val i 30; las de Haro y las de Armando Arenilla.
En el programa Young Art, de artistas y galerías jóvenes, hay que destacar el trabajo pop, lleno de ironía, cuando no de sarcasmo, del argentino Marcos López; la obra fotográfica de Sheila Pazos o la trabajo escultórico de Samuel Salcedo.
La tercera propuesta expositiva; Bicentenarios Latinoamericanos, estaba compuesta por una serie de artistas latinoamericanos que trabajan en la actualidad en España. Aquí cabe resaltar el trabajo de la argentina Gabriela Bettini y el mexicano Rivelino Diaz, con una obra que bebe directamente del surrealismo y la poética de Brossa. Por último, hay que resaltar que la quinta edición de ArtMadrid ha aumentando la cifra de visitantes con respecto al año pasado hasta llegar a los 37.000, casi un 20% más que la edición anterior y lo que es más importante, con un nivel de ventas superior a la esperado. Con vistas a su próxima edición, la organización de Art Madrid incidirá en el objetivo de lograr una mayor calidad expositiva, con la creación de un Comité de Selección Externo y la presencia de asesores artísticos independientes.

(Imágenes, de arriba abajo: Ñaco Fabré, Luis Feito, Pedro Txillida, Rafael Canogar, Amaya Bozal, Millares, Samuel Salcedo, Feeting; Arenillas, Haro, Watts, Joao Raul Rojas; Bettini; Rivelino Diez)

miércoles, 24 de febrero de 2010

JUSTMADRID 2010

JustMadrid es la última feria aparecida en sumarse a las propuestas artísticas que en torno a la celebración de Arco han ido apareciendo en los últimos años.
La juventud (no se admiten a creadores mayores de 40 años), las nuevas propuestas artísticas (sea lo que esto sea y signifique lo que signifique), así como la presencia de no-artistas (los curatores, antes comisarios de arte) y el que cada galería no pueda llevar más de tres artistas, son las bases sobre las que se asientan JustMadrid.
En este sentido, creo, humildemente, que JustMadrid nace con dos rémoras importantes: el límite de edad de los creadores y la presencia de los curadores en una feria a la que aportan más bien poco. A ello hay que añadirle que las condiciones en las que se mostraban tanto las obras como las galerías no parecían las más idóneas ni para vender arte –objetivo principal-, ni para disfrutar de él –objetivo secundario. Lamentablemente parecía que a los organizadores les había pillado el toro del tiempo y habían tenido que solucionar los problemas casi sobre la marcha. Pero todo esto son los problemas habituales en una propuesta nueva que, cabe confiar, el año que viene habrán desaparecido.
Instalados en dos de los pabellones de El Matadero (la Nave de las Terneras y la Lonja dek Centro Cultural de la Casa del Reloj) , algo así como el espacio joven del Ayuntamiento madrileño, allí se dieron cita 25 galerías, la mayoría españolas, que presentaron unas obras con un nivel que rozaba lo aceptable; y siete curators.
De entre todo lo visto hay que destacar dos de las piezas más llamativas, ‘Mitosis’ y ‘Bellowing’, presentadas por Fernando Navarro en la galería barcelonesa Sicart. Miguel Angel Rebollo, el artista que sólo trabaja con bolígrafos Bic, estuvo en la galería José Robles (hay que reseñar que Rebollo ha sido el único artista presente en Arco, JustMadrid y Art Madrid). Con bolígrafo, en este caso rojo, también trabaja el francés Jean-Pascal Flavien.
Ruth Moran, en la galería Angeles Baños de Badajoz; y Ante Timmermans en la alemana Zink, compartían un gusto miniaturista por el dibujo, con piezas muy llamativas, una por su carácter puntillista y otro por su vena arquitectónica.
Entre los pintores, la mayoría moviéndose en un expresionismo muy directo y gestual, merece la pena recordar el trabajo de Santiago Ydañez, presente con la galería berlinesa Invaliden 1; el inglés Colin Smith, que estaba con la Carter London y Paco Pomet representado en la galería My Name’s Lolita Art. Aunque no hace en sentido estricto pintura, pues se mueve más en ese terreno de la ‘pintura expandida’ de raíz dadaísta, hay que mencionar el trabajo de Iván Gómez que presentaron los donostiarras de Arteko.
Por lo que se refiere a los escasos escultores presentes, hay que recordar el trabajo de Antonio Díaz presente en la galería Nuble de Santander, con una pieza surrealista llena de ironía. Llamativa en su hiperrealismo resultó la obra del portugués Noé Sendás, que lo llevaba una curator directamente.
Me temo que era inevitable la presencia de algún representante del ‘arte gilipollas’, pero de esos me voy a abstener de recordarlos y confiar en que su presencia y sus propuestas vayan saliendo de estos espacios.
Tras este primer paso hay que confiar que este propuesta, más allá de las críticas puntuales que se puedan hacer, se consolide y ofrezca la oportunidad a los más jóvenes y a las galerías más modestas o alternativas de dar a conocer su obra y trabajo, que buena falta le hace tanto al mercado como a los aficionados al arte. Por último, señalar que JustMadrid ha recibido durante los cuatro días de la feria cerca de 7000 personas. Un 52% del público estaba formado por profesionales del ámbito artístico mientras que el 48% restante lo constituía público general aficionado al arte más emergente.

(Imágenes; de arriba abajo: ‘Mitosis” de Fernando Navarro; Iván Gómez; Ruth Moran; Santiago Ydañez; Miguel Angel Rebollo; Ante Timmermans; Antonio Díaz, Noé Sendas; Colin Smith, Paco Pomet)





martes, 23 de febrero de 2010

ARCO 2010

Si algo caracteriza a Arco desde su creación es su inestabilidad, su permanente puesta en cuestión desde los más diversos sectores artísticos y políticos. Pero esos asuntos, que tantos post generan y tantas páginas de periódicos llenan, y que en última instancia vienen a resumirse en un ‘quítate tú pa’ponerme yo’, no son lo que aquí y ahora interesan. Porque aquí lo que verdaderamente nos incumbe es el arte que se muestra en esa feria.
Como de lo que se trata es de ser sinceros (que dicen es lo que se valora… siempre y cuando esa sinceridad sea halagadora y no crítica) hay que decir que el arte, o los objetos artísticos, que se han podido ver han tenido más bien escaso interés. Ni ha habido una obra deslumbrante ni ha aparecido ningún artista que haya llamado la atención de manera sobresaliente. Posiblemente tampoco sea este el fin de la feria, pues aquí de lo que se trata, por encima de todo y fundamentalmente, es de vender, quedando otras aspectos relegados a un aspecto secundario.
Dicho lo anterior hay que señalar que en este océano de ‘mediocridades’ siempre hay algo o alguien que destaca un tanto y que merece la pena ser rescatado del olvido. No obstante hay que decir igualmente que es seguro que hay, más que olvidos, despistes e invisibilidades de obra y artistas, debido, como todo el mundo que ha asistido a Arco conoce, al gigantismo de la feria (al menos espacialmente) y también al agobio que produce tanta gente en tanto espacio, con tanta moqueta y tanto calor… En resumen, que ya durante la misma visita, por no mencionar el final agotador, el criterio estético se esfuma bastante ante tanta obra y se acaba por no saber que es lo bueno, menos bueno, malo o muy malo.
Cinco características fundamentales se han hecho notar en esta 29 edición de Arco: la primera, la consolidación de la fotografía como hecho artístico, que se puede resumir en “tonta la galería que no tenga fotógrafo artista”. El que haya habido muchos fotógrafos sólo es una cuestión estrictamente aritmética, lo que no presupone necesariamente un buen nivel de calidad o de originalidad. La segunda, que, felizmente, ha habido muy poca obra, no ya tonta, sino gilipollas, de esa que no pasaría ni el examen para entrar en una asociación artística de barrio. Lo que sin duda es una buena noticia, tanto para Arco como para el espectador, que de esa manera no se ve insultado en su inteligencia y sensibilidad.
La tercera, la ausencia de galerías internacionales de cierto fuste. En este sentido hay que señalar que la selección de las galerías de Los Angeles, la ciudad americana invitada en esta edición, ha sido ciertamente deplorable. No me creo que el nivel de los artistas y los galeristas que trabajan en esa megalópolis sea la que se ha exhibido en Arco. La cuarta, la poca presencia de la escultura; y quinta, la práctica desaparición del vídeo y todos sus derivados. Este año en Arco el valor seguro de la pintura y la fotografía han sido los puntales de la feria.
De entre todo lo visto cabe destacar la monumental escultura en madera de Peter Belyi, “Silence” en la Galería Barbarian Art de Zurich; el trabajo fotográfico de “Clark&Pougnaud” que mostraban los italianos de PaciArte; las dos fotográfias que llevó la galería bilbaína Vanguardia de Joan Fontcuberta; el montaje “La mirada blanca” de Angel Marcos expuesta en la vitoriana Trayecto; la poderosa “Mutter Heimat” de Baselitz que exhibía la galería Basbel Grasslin; la divertida escultura “In the wood lies” de Jorge Pineda en la Galería Raquel Ponce; el trabajo fotográfico de Nobuyashi Araki en torno al shibari que se podía ver en el espacio de los holandeses Reflex Amsterdam; el erotismo del hiperrealista Erwin Olaf con su serie “Milan-room (Suite Hotel) que se podía ver en Espacio Mínimo; y la obra de Albano Afonso, Bernardi Roig, Peter Zimmermann, Rafael Canogar, Tony Cragg, Thomas Ruff, Carlos Leon, Nadal, Hwan Kwon Yi, Carlos León, Desiree Dolron, Ivan Navarro,... Pero los triunfadores de esta edición, y es que se puede hablar en estos términos, han sido Eugenio Merino, tanto por el conjunto de la obra mostrada en torno a su trabajo sobre el tatuaje, como por el hecho de la pequeña polémica que levantó a causa de su escultura, bastante obvia y directa, “Starway to heaven”; y el alemán Herbert Brandl, que con su pintura poéticamente informalista, tenía obra en varias galerías tanto alemanas como españoles. Como siempre la actual edición de Arco ha sido un éxito de ventas (según la organización, que nunca da datos oficiales, este año se han vendido más obras y se ha ingresado más dinero del esperado) y público, con más de 150.000 espectadores en total. Ahora sólo cabe esperar al año que viene y que Arco encuentre su camino y la paz necesaria.


(Imágenes, de arriba a abajo: Eugenio Merino, “Starway to heaven”; Erwin Olaf, “Milan-room (Suite Hotel); Herbert Brandl; Joan Fontcuberta, “Sylvie”; Peter Belyi, “Silence”; Angel Marcos, “La mirada blanca”; Nobuyashi Araki; Clark&Pougnaud; George Baselitz, “Mutter Heimat”; Rafael Canogar; Iván Navarro, “Drumm”; Jorge Pineda, “In the wood lies”)