lunes, 14 de diciembre de 2009

Editado el epistolario de Joan Miró entre 1911 y 1945

Hay algo impúdico en eso de fisgonear en las cartas personales que escribió otro, pero al mismo tiempo resulta un apasionante viaje a la intimidad más secreta de una persona que, si además es conocida, aúna el morbo con el interés intelectual por su pensamiento. Las que Joan Miró (Barcelona, 1893-1983) escribió a sus familiares y amigos catalanes entre 1911 y 1945 se presentan esta semana en la Fundación Miró de Barcelona, que las publica en la Editorial Barcino con la colaboración de la Fundación Carulla. Muchas, la mayoría, son inéditas, si bien hay que reconocer que las más jugosas desde el punto de vista de su pensamiento artístico han aparecido en catálogos y obras de referencia (destaca Joan Miró. Escritos y conversaciones, de Margit Rowell, que se publicó en inglés en 1996 y en 2002 fue traducido al castellano por el IVAM y el Colegio de Aparejadores de Valencia). Pero lo interesante del ‘Epistolari català’ es la fidelidad al original. Las cartas se transcriben tal cual las escribió -sin arreglar los numerosos "errores" ortográficos que por la época realizaba tanto en castellano como en catalán, el idioma mayoritario- y además se presentan en un estricto orden cronológico que permiten seguir no sólo su evolución vital y artística sino también los acontecimientos históricos.
En las cartas hay de todo, desde reflexiones filosóficas sobre pintura hasta comentarios prácticos sobre dinero, pasando por referencias a su vida personal o a la situación política. Al tratarse, en su mayoría, de cartas a amigos, muchas cosas se dan por sabidas (para eso ayudan las notas), pero hay cosas curiosas, como el hecho de que comienza escribiendo a Picasso en castellano pero al poco se pasa al francés o que con Josep Lluís Sert se pasa en los 40 al castellano "para facilitar el trabajo a la censura".
El proyecto de este epistolario data de 1967, cuando el entonces director de los museos de arte de Barcelona, Joan Ainaud de Lasarte (1919-1995), organizaba una gran antológica del artista en la ciudad. A Miró le pareció bien la idea y el erudito comenzó la recopilación. Falleció sin lograr acabarlo y sin haber encontrado editor. Hace tres años, desde la Fundación Miró se recuperó el proyecto ampliando la selección e incorporando nuevos especialistas al estudio. Ahora se prepara ya el segundo volumen y, comenta Rosa María Malet, directora de la entidad, es posible que, con el primer libro de 665 páginas en la mano, sea más fácil encontrar socios para la edición en español o en inglés.

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