
¿Dónde radica la potencia expresiva, el grito que lanzan estos retratos? Desde mi humilde punto de vista de dos elementos: La mirada de los protagonistas y la luz que los envuelve. A través de la mirada de esos hombres y mujeres, la mayoría ancianos, se pueden ver desde la tristeza melancólica de ‘Teresa’ a la serenidad de ‘Fidel’, pasndo por la ironía de ‘Filomena’, el vacio de ‘Javier’ o la mirada asustadiza de ‘Rui’.
La luz utilizada por Gonnord es lo más natural posible; es blanca, cruda, no busca efectos expresionistas, ni resaltar una faceta sobre otra; el fotógrafo sabe que tiene ante sí una materia expresiva que no necesita nada más que un luz que les haga ser ellos mismos. Ahí está ‘Luís’, uno de los mejores retratos, para confirmarlo.

Pero esta exposición no sólo tiene un carácter estético, o esteticista, también hay, claro está, un factor testimonial, de dar cuenta de que, como dijo el poeta, “hay otros mundos, pero están en este”. El proyecto es bien conocido: Gonnord se ha ido a las comunidades rurales y mineras del noroeste de España y Portugal y ha convivido durante largo tiempo con los habitantes de aquellas zonas hasta ganarse su confianza, ¡y vaya si se la ha ganado!, para poder fotografiar a sus pobladores de la manera que lo ha hecho. Se adivinan muchas horas de charla, de vivencias compartidas, para que estas personas se hayan prestado a dejarse fotografiar, y a dejarse desnudar en cierta forma, ante la cámara de francés, aunque lleva ya diez años viviendo en Madrid.
El elemento testimonial de estas fotos está claro: es el retrato descarnado tanto de un mundo que los ciudadanos de las ciudades postmodernas no quieren ver (acaso ni tan siquiera sepan de su existencia); pero también una declaración sobre un mundo, una forma de vivir y de ser, que está desapareciendo. En este sentido la misma ambivalencia del título de la exposición lo demuestra: ‘Terre de Personne’, pues ‘personne’ significa tanto persona y nadie a la vez; tierra de personas, tierra de nadie.

Hay que señalar que este es la primera vez que Gonnord trabaja en un medio rural o natural, pues hasta ahora siempre lo había hecho en entornos urbanos. Acaso por eso, Gonnord se ha visto impelido a exponer por primera vez algunos paisajes, en lo que supone su apertura hacia un nuevo género fotográfico y otros territorios creativos. Sin embargo, por muy acertada y comprensible que sea, esta elección no acaba de convencer y la atención del espectador vuelve una y otra vez, como si de una irresistible fuerza de atracción se tratara (o de una fuerza de la naturaleza), a los retratos. Inconmensurables.
Dónde: Sala Alcalá 31C/ Alcalá, 31. Madrid.





(Fotos, de arriba abajo: Luis, Rui, Filomena, Javier, Miroslaw, Madalena, Eloiza. (Cortesía de la la Sala Alcalá 31 y Pierre Gonnord)
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