
Las artes visuales fueron vocación tardía de Lamazares, dedicado a la poesía en sus inicios. Él mismo confiesa que su amistad con Laxeiro y Manuel Pesquiera influyó decisivamente en el cambio de viraje de su trayectoria, pero fue tras sus viajes por Reino Unido, Holanda y Francia a comienzos de los setenta cuando optó definidamente por dedicarse a la pintura, tras aproximarse a la obra de Klee, Miró y Van Gogh.
Otro de sus viajes tendría repercusiones fundamentales en su trabajo: el que realizó a Estambul a fines de la década de los ochenta. El arte bizantino se hace presente en gran parte de su producción, a nivel iconográfico y formal, como se aprecia en su interés por convertir la madera en elemento pictórico primario y no en mero instrumento. También convertiría en elementos pictóricos, con posterioridad, utensilios como las barras de camilla, los clavos o el cartón, cuya presencia en las obras no se oculta sino que se exhibe de forma explícita.
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