
En apariencia todo correcto y puramente motivado por cuestiones artísticas. Hasta que alguien advierte que Mónica Capucho es hija del alcalde de Cascais, António d'Orey Capucho, a su vez presidente de la Fundação D. Luís I, luego máximo responsable de la sala portuguesa que promociona el arte en sincronía con el IVAM. Y si se tiene en cuenta que esta institución también ha expuesto la obra de Rafael Blasco Ciscar (en la foto), hijo de la directora del IVAM, Consuelo Ciscar, y del consejero Rafael Blasco, la relación entre ambas instituciones se parece mucho a un curioso mecenazgo cruzado que favorece a los hijos de sus responsables.
Rablaci (Valencia, 1987), que firma con este acrónimo quizá para eludir la fuerza implícita de sus apellidos, participó en verano de 2008 en una exposición colectiva de seis artistas, titulada Private bodies 3 en el Centro Cultural de Cascais. Y aunque apenas tiene 22 años y todavía estudia la carrera de Bellas Artes, ya cuenta con exposiciones individuales en varias ciudades chinas (Hang Zhou, Su Zhou y Shanghai) en las que, cómo no, el museo valenciano ha estrechado lazos, tiene obra permanente en La Habana, y ha mostrado su obra en exposiciones colectivas en Valencia, París o varias ciudades portuguesas. Es más, hasta consiguió un accésit en la categoría de escultura, dotado con 6.000 euros, de los XXVI premios Bancaixa, unos galardones que se exponen cada año, también, en la propia sede del IVAM.
Lógicamente, estas coincidencias no desmerecen la creatividad de sus autores, que evaluarán los expertos. En cuanto a la de Capucho, se puede admirar en el IVAM hasta el 3 de enero.
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