jueves, 14 de enero de 2010

La fundación Miró abre una sala con obras donadas por la familia del artista

La sala octogonal de la Fundació Miró recupera su arquitectura original y desde ayer se ha convertido en una suerte de capilla para contemplar, con luz tenue, las obras que la familia del artista ha cedido al museo barcelonés.
Las 17 obras llenan uno de los huecos más importantes de la colección del centro, los años 30 y 40. De las 15 obras de la serie, sólo había una en España, cedida a Barcelona por el coleccionista japonés Katsuta. Esta obra, junto con ‘Personatge sobre fons vermell’ (1939) son las únicas de la donación que han sido intercaladas en las salas de la colección permanente (la número 17) y no en la sala octogonal.
La década de los 30 fue una de las más trágicas para el artista. En 1927 quiso asesinar la pintura y ensayó los collages o el ready-made. Más adelante, en los convulsos años de la preguerra, sus obras se iluminaron con una luz apocalíptica y figuras grotescas que vagaban enloquecidas por espacios desiertos.
La apertura de la sala octogonal coincide con la nueva presentación de la colección permanente. El recorrido no cambia. Comienza con los grandes tapices y la escultura y, a partir de ahí, sigue el itinerario cronológico, sin más variantes que la inclusión de las dos obras de los años 30 citadas y que el tríptico que colgaba en la sala octogonal ‘L'esperança del condemnat a mort’, el círculo de la vida que queda interrumpido por la muerte (dedicado a Puig Antich) pasa a las reservas del museo.
Lo novedoso es la mejor iluminación de las salas, que permiten una mejor contemplación de las obras, y la colocación de paneles informativos en cada espacio, contextualizando la vida y la obra de Miró. También se ha añadido un audiovisual sobre la figura del artista en el sótano, donde están expuestas las obras de los amigos artistas de Miró.



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