domingo, 17 de enero de 2010

SALVADOS DEL INCENDIO: JACKSON POLLOCK – “NÚMERO UNO”

A Jackson Pollock (1912-1956) le sucede algo similar a Kandinsky: su primera obra deja bastante que desear, pero a partir de 1947, cuando descubre, literalmente, el ‘dripping’, esa escritura/pintura que van chorreando encima del lienzo en una interacción total con la creación de la obra, su obra da un salto hacia arriba vertiginoso.
“Cuando estoy en mi cuadro no sé exactamente que estoy haciendo. Y sólo después de cierto tiempo de ‘contacto’ con él me doy cuenta del punto en que estoy. Y no tengo miedo de aportar cambios, de destruir la imagen, porque la pintura vive una vida propia. Quiero que esta vida aflore”. A partir de aquí el arte ha dejado de ser un producto reflexivo y se ha convertido en proyección pura donde lo accidental, por medio de los nuevos procedimientos técnicos, se convierte en director de la obra.
Hay pocas obras tan impactantes, en el sentido más contundente de la palabra: te golpean, reclaman tu atención ineluctablemente, en la segunda mitad el siglo XX.

Número Uno

En esta obra pintada al duco y con colores al aluminio en 1949, Pollock sigue manifestando su amor y dominio del “dripping”y, al emplear el aluminio, le confiere un color vivo, fresco y transparente a modo de rica malla de luces que envuelven la materia. Ese uso casi insólito que hace del color supera generalmente este resto de noción naturalística en la libertad absoluta del gesto, el cual refleja exclusivamente la acción física del artista.



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